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miércoles, 14 de abril de 2010

Mercuriales del Montcau

Un impulso inconsciente nos influyó hace poco a realizar un determinado ritual. Nadie nos había contado nada antes, pero lo intuimos. Supimos, como si de un acto de nuestro instinto humano se tratara, que teníamos que hacerlo. Y lo hicimos.

Algo primitivo, ancestral, se apoderó de nosotros al ver el lugar privilegiado: un lugar elevado de la montaña, un llano de reducidas dimensiones con un único acceso a pie y rodeado de escarpados precipicios, un punto privilegiado de la orografía que ofrecía unas espléndidas vistas hacia diversos valles y hacia las montañas de singular forma montserratina… en definitiva, un enclave digno para construir un templo.



Y, como si de un singular templo se tratara, en este lugar especial había un número considerable de montones de piedras. Unas torrecillas más grandes y otras más pequeñas, esparcidas por la limitada extensión del altiplano, que se mostraban enigmáticas ante nuestros ojos.



Tras el instinto inicial de contribuir aportando otra piedra para engrosar uno de los montículos, empezamos una nueva pila de piedras aportando cantos escogidos del entorno que identificábamos con las personas que queremos, a modo de representación simbólica de desear acercarlos, de juntar a los seres queridos y de invocar, a través de ese hecho, a alguna fuerza superior para que proteja al grupo. Tras acomodar, una a una, todas las piedras escogidas en el montón colectivo procurándole estabilidad al conjunto, deseamos que, con el tiempo, la pila fuera alimentándose de nuevas piedras.



Hoy, miércoles, he recordado ese instintivo ritual practicado hace pocos días y he buscado documentación en hechos análogos.


Es sorprendente averiguar que el hombre primitivo usaba, posiblemente, el amontonar piedras como instrumento a través del cual podía invocar a los dioses. Que en las antiguas civilizaciones tibetanas y egipcias ya realizaban similares pilas cónicas de piedras con finalidades espirituales, amontonamientos que derivaron en la concepción de obras piramidales. Que en los altiplanos de los Andes se construyen montículos similares – las apachetas – como homenaje a su madre tierra Pacha Mana. O que en puntos de nuestra península, como en la Cruz de Ferro del monte Irago en el camino de Santiago, existe un montón de piedras que va creciendo, día tras día, con la aportación de los peregrinos.


Asimismo, es sorprendente averiguar que esta pila de piedras recibe también el nombre de mercurial, que el concepto está relacionado con el dios Mercurio, que es el mismo concepto que el dios griego Hermes, que las “hermas” también eran montones de piedras que se hacían en los márgenes de los caminos y que todo el que pasaba añadía su piedra al montón, hermas que derivaron en tallas en piedra a modo de mojones, mojones o hitos que, en los caminos de montaña, se suelen realizar con un pequeño montículo de piedras para indicar el camino a seguir… Todo un mundo de relaciones.

También es sorprendente averiguar que, parece ser, muchas ermitas dedicadas a San Cristóbal se levantaron en puntos donde había un mercurial, relacionándolo como si San Cristóbal fuera una cristianización del dios Mercurio y apoyando, además, la hipótesis en términos alquímicos como que si el mercurio es “el portador del oro”, analógicamente Cristóbal podría ser entendido, según se quiera traducir, como “Cristo portador del oro”… Todo un mundo de relaciones.


Enfin, dejando de lado que al construir una pila de piedras bajo una perspectiva ritual se expresa un ideal y se genera una satisfacción de nuestras emociones y sentimientos más elevados, lo que en el fondo me ha sorprendido de todo esto es que hemos tenido una posible constancia de la existencia de una subconsciencia colectiva, puesto que hemos actuado bajo unos mismos patrones de comportamiento que se han repetido en otros tiempos y en lugares muy dispares del mundo. !Cuántas relaciones hay en el mundo!

Efectivamente, fue una necesidad que partió de nuestro interior, un impulso instintivo. Teníamos que hacerlo. Y lo hicimos.


*****

Cuando volvimos al Mercurial, 4 años después (22-2-2014), nos encontramos que había crecido!





17 comentarios:

SYR Malvís dijo...

¡ Como si de un templo se tratara¡. Quizá ya no se trate, sino que ES vuestro/nuestro templo. Con la aportación de tres piedras ( como si de las virtudes se tratara), también me siento en ese lugar mercurial, porque tengo fe en continuar, la esperanza de que nunca estemos desunidos y el regalo de compartir vuestra vida dentro de esta Vida. Tenías que hacerlo y lo hiciste, Pallaferro.

¡ Cuantas relaciones hay en este nuestro mundo¡

pallaferro dijo...

Pues sí, Malvís.

Y como lo teníamos que hacer, lo hicimos.

Y como no cobraban por coger las piedras, hubieron para todos.

Y como lo normal es que nadie se dedique a esparcirlas de nuevo, allí estarán todas juntas por muchos años.

Y si te fijas bien, en el fondo, hay una llama que siempre estará encendida.

Un abrazo de "otro templo" nuestro

Baruk dijo...

Creo que realmente es un templo, esos montículos, todos ellos están cargados por la potestad que Dios da al ser humano de impregnar con intención aquello que crea, el designio de cada montículo es de unión, de bienestar, de protección, de agradecimiento y de imploración hacia el cielo, es una oración perenne transmitida en los genes durante miles de años.

Por ello ese altiplano es un gran templo, un espacio sacro formado de cientos de pequeños templos, sin sacerdote, sin intermediario, directamente a la divinidad. Y ello es lícito porque no se puede explicar de otro modo el que en lugares alejados, culturas diferentes y sin "conocimiento" previo, se realicen espontáneamente el mismo ceremonial.

Y es que cada vez aprendemos más a diferenciar la Realidad auténtica de la realidad ilusoria... y eso se nota.

Que la llama nunca se extinga y que el montículo siempre resista.


Muchis varios

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pallaferro dijo...

Laureta,

Y así vamos coleccionando nuestros pequeños templos. Todos nuestros espacios sacros, sin intermediarios, en donde, entre las tres virtudes y los cuatro elementos, nos protege el septenario.

Muchis molts.

Alkaest dijo...

¿Recuerdas mi entrada en "Pájaros viajeros", titulada "¡Pecados como piedras...!", del 17 de mayo del 2009?

Pues vuelve a visitarla, porque el "Monxoi" del Monte Irago, en pleno camino jacobeo, es el más antiguo y mejor conservado de tales montículos-templos. Que debería ser declarado, con más méritos que otros monumentos, "Patrimonio de la Humanidad".

Es un ejemplo, vivo y activo, de ese templo interior y personal que todos tenemos en alguna parte.

Salud y fraternidad.

Esca dijo...

Hola chicos viendo lo que estaba viendo recordaba un total de unos veinti y tantos montones de piedra en un pequeño valle o barranco en el cañon del Duraton,siempre me llamaron la atencion y la curiosidad pues por señales evidentes llevan siglos pero no les sabia dar una logica o funcion ,ahora veo que tal vez no la tengan,pero aun me pica mas la curiosidad del porque de esas actitudes del hombre ,esos codigos o configuraciones comunes marcados en cualquier raza en cualquier tiempo y espacio ¿memes? una pregunta ¿compartimos memes con los animales? creo que un pajaro y que no es Malvis hace algo similar junto a su nido y el percasol hace algo similar en las aguas de los pantanos a diferencia que este hace pequeños circulos con piedrecitas
Que encantado de daros un poco la brasa con mis cosas,Esca

Anónimo dijo...

Vuestro ritual me parece generoso, entrañable, sencillo. Gracias por traerlo aquí.

Vuestra fotografía entre Pruna y el "mercurial" también es entrañable. Transmite bienestar, bondad, cariño. Me alegra. Gracias también por compartirla.

pallaferro dijo...

Alkaest, vaya, vaya, veo que pasas a "confesar" tus pecados regularmente por el Monte Irago :)

En la pila de piedras que hicimos en el Montcau el espíritu no fue el de querer redimir pecados... aunque "de haberlos, haylos"

¿Sabes? en nuestro "mercurial" hay una piedra para cada uno de vosotros.

Un abrazo,

pallaferro dijo...

Esca, pues como tu, pienso que puede ser memes. Últimamente veo más claro que los seres vivos debemos tener esas increíbles conexiones a niveles interiores.

Dale un abrazo a Pilonga de mi parte, y dile que tenéis un trocito de vosotros en un mercurial por tierras carolingias!

pallaferro dijo...

Anderea, nos encanta tenerte por aquí. Son muy gratificantes tus palabras.

Un abrazo,

juancar347 dijo...

Es increíble esa memoria colectiva que se mantiene aletargada en nuestros genes. Ese figurado archivo akáshico de las tradiciones tibetanas, por ejemplo, que registra todo lo habido y por haber. Pero sin duda, lo que más impacto me produce, es el lugar en sí: impresionante. Y quizás sea posiblemente ese el imán que atrae a las personas y les recuerda un compromiso ancestral. Me ha parecido muy interesante esta entrada. Y además, recordar que San Cristóbal, aunque parezca lo contrario, no es un santo muy grato para la Iglesia. Un abrazo

pallaferro dijo...

Sí, Juancar. El lugar es impresionante: silencio para escucharse a sí mismo, amplitud para reflexionar y sentirse insignificante, ... y vistas para pensar que bajo esta cúpula celeste hay escondidos rincones del paraíso.

Un lugar idóneo para agruparnos bajo la forma simbólica de cantos rodados en donde el caminante está allí y también aporta su piedra mercurial.

Un abrazo,

Rubén Oliver dijo...

Ha costado,pero al fin sé que significan los montones de piedra que he ido encontrando en mis paseíllos.Recuerdo dos concretos en el barranco de Puifred,frente a la Baronía de Sant Oisme,que son de regular tamaño,con forma piramidadl,pero no parecen amontonamientos anárquicos,sino que parecen seguir cierta forma en su crecimiento,como de chimenea...Ahora que los he recordado,me doy cuenta que allí donde estan,es fácil que nadie los haya tocado en muchos,muchos años...(Núnca te acostarás...)
Un abrazo.

Corvus Corax dijo...

Buenas
Me ha sorprendido ver este lugar, ya q d alguna manera ocurre algo muy parecido en mi zona. Os dejo el enlace a mi blog donde explico un poco esto de los montones de piedra:
http://torresdelobispoenimagenes.blogspot.com/search/label/Mas%20de%20Puybert

Saludos

pallaferro dijo...

Pues sí. A partir de estas reflexiones, he ido localizando otros "mercuriales" a lo largo y ancho de este mundo. Parece que la mente te hace ver ahora unas piedras que antes te pasaban inadvertidas. Descubres, o quieres descubrir, intencionalidades tras esas pilas, unas de tipo espiritual o ritual, otras de tipo más funcional o práctico.

Pero, en definitiva, te hace apreciar cómo, en un montón de piedras, se pueden condensar muchas fuerzas y voluntades.

Gracias por vuestras visitas y comentarios.

Ray dijo...

Gracias por dejarme aportar mi admiración a tu templo, Pallaferro: una reflexión emocionante y necesaria para un tiempo que ya no entiende lo sagrado.
Un placer.

pallaferro dijo...

En efecto, Ray, hay una cierta falta de cultivar lo sagrado.

Pero como todos los ciclos, ahora estamos en ese punto de demasiado culto a lo material. Es cuestión de tiempo para que la sociedad vuelva a darle importancia a "ejercitar" el alma.

El cuánto tiempo... es otra cosa!

El placer ha sido mio.